viernes, 31 de diciembre de 2010

Cuando he sido mujer” exposición fotográfica de Eduardo Añorve Zapata en Cuajinicuilapa


Claro podría haberla titulado Cuando he sido femenino, pero hubiese sido muy suave… Cuando he sido mujer, la palabra mujer suena fuerte y es un juego, que, igual, decía Oscar Oliva: el título es como la ventana por donde se asoma el espectador

En el restaurante El Ocaso, ubicado en el centro de Cuajinicuilapa, Guerrero, se exhibe en una pared de madera, la exposición fotográfica Cuando he sido mujer, de Eduardo Añorve Zapata, originario de este lugar, quien lleva más de 30 años “haciendo fotografía marginalmente” como diría él en sus propias palabras. La muestra fue inaugurada el 1º de diciembre del presente año y permanecerá hasta el 30 de enero del 2011.

Al hablar con este creador cuijleño se pueden abordar temas diversos y variados relacionados no solamente con la fotografía: poesía, narrativa, periodismo, historia regional, sólo por citar algunos ejemplos; sin embargo, es el tema de esta exposición fotográfica cuyas imágenes nos muestran a la mujer costeña lo que nos ocupa: mujeres de diferentes edades, en diferentes momentos de su vida.

En entrevista para el Faro, Añorve Zapata explica su relación con la fotografía desde la adolescencia, encontrando en la cámara fotográfica el medio para satisfacer el gusto por crear, también su intención de acercar este arte a la gente con imágenes del propio entorno que le resultan al espectador familiares, lejos de los prejuicios, mostrando su trabajo en un lugar accesible y concurrido en el centro de Cuajinicuilapa, como es el restaurant El Ocaso.

-¿Desde cuándo te inicias en la fotografía y por qué… cuántos años tenías?

-No me acuerdo, tenía posiblemente 12 años, ¿por qué?, porque me regalaron una cámara, una Kodak…no sé si de 35 mm…de esas elementales, de focal fija, de esas chafitas y con rollo…

-¿Recuerdas cuáles fueron las primeras imágenes?

-Sí, ahí las tengo, son fotos de mis hermanos, fotos de Raúl y Ramiro cuando se mamaban el dedo; yo creo que tenía entonces unos 13 o 14 años.

-Dedicarse a la fotografía es un arte caro, tú mismo lo has dicho; sin embargo te has dedicado a la fotografía.

-En realidad no me dedico a la fotografía, lo hago marginalmente… Cuando creas tienes que trabajar para sobrevivir, primero, y después trabajas para poder conseguir dinero para las cosas que puedes hacer. Crear es una pulsión, es algo que está en ti, que no lo puedes dejar y es algo a lo que le vas a dedicar mucho. Entonces sí, la fotografía es cara, pero resulta ser que te dedicas a ella, cuando menos, buscas estrategias, buscas modos en que puedes hacerlo. Por ejemplo, cuando trabajaba mucho con negativo, con fotografía blanco y negro, no hacía hojas de contacto, para ahorrar, lo que hacía era ver el negativo a trasluz y decía parece que esta está bien y me iba sobre ésa.

“Entonces, ya te ahorrabas y te ahorras todas las pruebas que, según la técnica tienes que hacer, te ahorras todo eso y lo vas haciendo a ojo de buen cubero. Buscas economizar. Claro que ahora es distinto, porque ahora hay materiales más accesibles, si no más baratos. Por ejemplo, esta muestra está hecha con fotografías que se imprimen por seis pesos: vas ahí, a estas máquinas, y te las imprimen indiscriminadamente… digamos que no es un trabajo de calidad, como se dice ¿no?, no vas al laboratorio, al súper laboratorio, donde pides tal papel, tal acabado, sino es a granel, utilizas los mismos recursos del mercado para poder hacer una exposición como ésta, y como es fotografía digital, también es relativamente barato.

“Entonces aunque no es caro, no es tan caro como si fuera, digamos, profesional o si yo tuviera pretensiones de hacer una fotografía de calidad; al final, la diferencia es poca, la diferencia no se nota mucho o no se nota porque lo que importa es la foto, lo que importa es lo que dice la foto. Lo ideal sería que fueran materiales excelentes y todas esas cosas, pero eso no se tiene, eso está por encima”.

En ese momento de la entrevista, una señora joven entra al restauran El Ocaso y saluda, mira una fotografía y pregunta por el precio, solicita que se quite la foto de su abuela porque no le parece bien que esté allí y es retirada tal como lo pide, pregunta por el precio.

-¿Pudiste tener estudios para aprender fotografía, fuiste a la escuela?

-“Cuando me regalaron una cámara… esa cámara me la regaló Quile [un tío suyo] y yo hacía fotos… claro, no recuerdo haber hecho muchas fotos con esa cámara, pero me quedó esa inquietud. Cuando estaba yo en la prepa, un amigo mío tenía una cámara que le regaló su hermano; entonces, andábamos loqueando aquí, tomando fotos a diestra y siniestra por donde fuera posible… Después seguí haciendo fotos y aprendí, busqué libros y empecé… me puse a ver, me di cuenta que lo que importa en fotografía es entrenar el ojo, tienes que ver y ver, tienes que aprender a ver. Después tomé un curso, pero ya en el 89, posiblemente en el 90”.

-¿Oiga no me la va a vender? (pregunta la misma señora joven, refiriéndose a la foto de su abuela)

-“No, no se venden señora (responde Eduardo y continúa respondiendo la pregunta). Sí, tomé un curso pequeño, de fotografía en blanco y negro, fotografía básica, para aprender a revelar, a imprimir y algunas cosas técnicas con un cuate que se llama Ulises Castellanos, que él es fotógrafo… buen fotógrafo por cierto… y seguí por mi cuenta haciendo foto. Después estudié, fui a la escuela, estuve dos años estudiando fotografía, no terminé los dos años, pero estuve… la intención era terminar dos años pero ya no tuve dinero… pero sí fui a la Escuela Activa de Fotografía, en la ciudad de México.

“Pero me di cuenta que más bien fui a aprender cosas técnicas, ya sabía ver, porque en una de las primeras clases el maestro pidió que todo mundo llevara su cámara… en ese entonces yo tenía una cámara chafa, y todo mundo, pues, tenía buenas, y yo tenía una mala cámara, pero… cuando dijo traigan sus fotos, yo llevé mis fotos y entonces resultó que mis fotos estaban bien hechas. Entonces me di cuenta que yo ya sabía ver. Así pues, fui a aprender cosas técnicas, sobre todo, y a conocer algunos autores que no conocía y… bueno, cuando puedo me pongo a leer… seguí comprando libros, de Ansel Adams, que ahora parecen inservibles… pero seguí aprendiendo, sobre todo fotografía analógica; digital, casi no he explorado mucho, porque mis cámaras son chafas, no tengo una buena cámara.”

Añorve Zapata señala que la única beca que ha tenido para realizar tanto estudios fotográficos como la actividad de la fotografía es “la solidaridad de los parientes y amigos, pues, para obtener alguna tienes que tener amigos en el gobierno o tener riqueza”. Más bien, opta por “sustraer,” dejar de comprar algunas cosas como ropa, para poder imprimir fotos, por ejemplo.

-El nombre de la exposición es Cuando he sido mujer, ¿no te han hecho comentarios, no te han dicho: Eduardo es gay o bisexual?

-No exactamente, pero… se les hace raro a la gente de acá… es una exposición para la gente de aquí, no es una exposición en el sentido, digamos, elitista. En una exposición, de… ¿qué te gusta? …de un museo de ciudad no hacen esto, se exponen menos fotos, en otros formatos, con más aire, en espacios especiales; aquí no tenemos esas condiciones, aquí lo que tenemos es esa pared (de madera) tomamos esas fotos y la gente viene y las ve y les gusta o les disgusta, punto.

“Me dijo Neza [su sobrino] que por qué él no aparece ahí y ya le dije que las viera y se dio cuenta de que eran puras mujeres y ya dijo que, bueno, que él no quiere aparecer porque no es mujer. Otra gente juega; algunos se han querido burlar que si soy mujer o cosas así. Pero, me dijo una amiga: Fíjate que entendí; al principio no entendía, dice, es como Changó, Changó a veces es Santa Bárbara… ese juego. Claro podría haberla titulado Cuando he sido femenino, pero hubiese sido muy suave… Cuando he sido mujer, la palabra mujer suena fuerte y es un juego, que, igual, decía Oscar Oliva: el título es como la ventana por donde se asoma el espectador. Hay espectadores que no se preguntan el título, simplemente ven las fotos porque está fulana o zutana aquí, pero hay quienes ven y se preguntan ¿por qué cuando he sido mujer? Sí, es una multiplicidad de lo femenino o lo mujeril lo que hay ahí.

-Todas estas fotos, ¿las fuiste completando en años, son de un periodo?

-Son fotos que he hecho como desde el 2006 o el 2007 hasta la fecha. En realidad no tenía la idea de que iba a agruparlas así, no, y son fotos a color… normalmente el color no me gusta, es complicado, es difícil, pero… bueno, tuve que entrarle por necesidad, porque mi cámara decente de blanco y negro, cuando ya iba a trabajar, me la robaron, hace más de un año se metieron a mi casa, me robaron mi cámara, me robaron cosas y tuve que conformarme con trabajar color… Entonces, lo que tienen en común es que han sido tomadas con una sola cámara, una canon semi profesional, dicen, pero no, es una cámara pequeña… y que han sido tomadas a partir de que adquirí esa cámara fotográfica. Todo es digital, no hay nada que sea analógico”.

-Esta es la segunda exposición que presentas en el Ocaso, tú has expuesto en Acapulco, en la ciudad de México, en Taxco, el INAH ha expuesto tu trabajo, has hecho otras exposiciones en otros lugares, en parte, ya explicaste un poco que es para la gente, pero aquí está el Museo de Culturas Afromestizas también.

-Pero ese es el Museo de Culturas Afromestizas y esto no tiene que ver con lo afromestizo. Bueno son dos cosas: en principio el museo fracasó, el museo como un sitio donde se expusiera las voces de la gente de acá, de la Costa fracasó, por eso no es fácil exponer ahí, porque hay que caerle bien al dueño del museo, al que lo administra… en realidad, el problema del museo es que nadie va a visitarlo… es decir, si no me dejan exponer en el museo, le encuentro provecho: ¡qué bueno!, porque ahí nadie va a verlo.

“Entonces aquí [en el Ocaso] sí pasa mucha gente y lo ve… un montón… la gente lo ve, que es lo que importa. También está la idea de que no necesitas una galería especializada para hacerlo, este es buen lugar, porque lo que importa es que la gente la vea, y que la gente se dé cuenta que la foto no sólo sirve para el recuerdo de la boda de fulano o de los 15 años de X o del bautizo, sino que trasciende; que se dé cuenta de que es un objeto que puede ser visto, no sólo en tu casa sino en otro lado y también puede ser apreciado… porque a veces vienen y me dicen: me gusta ésta, me gusta aquella, ¿no?

“Por otro lado, el problema del museo: es que el museo está conceptualizado como un museo de cultura afromestiza, entonces, desde ahí: la gente supone que entra a un sitio donde hay una connotación étnica de algo, porque es un museo de culturas afromestizas; aquí no, aquí es más libre, aquí hay menos prejuicios en ese sentido. Es decir, la gente viene y ve, viene aquí al Ocaso, a no sé qué venga, ve la exposición, ve las fotos, no está pensando: voy a un sitio donde voy a ver cosas de negros o de afromexicanos, sino llega y dice: ¡ah! mira aquí está fulana, aquí está zutana.

“En cierto sentido, también se trata de desmitificar ese rollo de que todo tenemos que verlo desde el punto de vista étnico, desde el punto de vista de una categoría. No necesariamente, porque, como ves, viene la señora y dice: No, es que ahí está mi abuelita, y ella no está pensando en si es afro, eso no importa, lo que importa es que aquí está, porque a mí me dice algo personal y, claro, hay otra gente que viene y ve a esa gente, le dice otra cosa, le cuenta otras historias, pero, ocurre mucho que hay esta indicación entre la gente que viene a ver las fotos y la exposición: eso es parte de ver cómo reacciona la gente.

“La mamá y la niña que estuvieron anteriormente, esa foto de Guille, es aquella chamaquita que está allá arriba, y así, hay gente que viene: ¡Ah! ahí está mi foto. Dice aquella chava: Oye, quita mi foto de ahí, si pasa mi tía y me ve va a decir: oye, ¿dónde andabas?, andabas en el desmadre, no fuiste a la escuela, etcétera. En ese sentido, es una exposición para la gente que pretende no tener prejuicios, no dirigirte, sino dejar que tu libremente entiendas, pienses, aceptes, quieras, cuentes tu historia. Actualmente no tengo tiempo ni recursos para buscar exponer en otra parte, tengo la idea, pero no la intención, no voy a buscarlo”.

-¿Qué pasa con las fotos al final, las vendes?

-No, normalmente lo que pasa es que, ya al final de la exposición, se regalan a la gente. Oye esta es mi foto. Llévate tu foto… de hecho, si la señora hubiera querido…o sea, era para regalársela, para regalársela a su abuela, venga por su foto, aquí está. Hubo una exposición anterior, sobre el toro de petate, hace un año exactamente… entonces, vino una señora y me dijo: Oiga, este niño… Y yo le dije: Sí, dígale que cuando termine la exposición venga por ella, pero yo no sabía que acababa de morir una noche antes, por ejemplo ¿no? Y, curiosamente, de esa exposición, varias personas murieron.

Por NADIA Alvarado
Cuajinicuilapa, Gro.


Suplemento vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, diciembre de 2010

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