Por: Higinio Peláez Ramos
Por el tiempo transcurrido, poco se sabe de los autores de la música popular de la Costa Chica; por lo que mencionaré algunos nombres de quienes tengo conocimiento, por la popularidad que alcanzaron sus composiciones: Presbítero Emilio I. Vázquez, La Sanmarqueña. Vidal Ramírez Guillén, Ometepec (Verdad de Dios), y La Talapeña. Profesor Gonzalo Guerrero, Teloloapan y Cuahutepec. Ingeniero Álvaro Carrillo, El Polvito, La Hierbabuena, El Negro de la Costa, El Polvito y Pinotepa. Indalecio Ramírez, El Indio Suriano e Igualapa. Higinio Peláez Ramos (quien esto escribe), Azoyú y El Costeño.
Como un apasionado por la música y tradiciones de mi tierra Costa Chica; con cierta preocupación he visto que quienes han escrito sobre este tema poco o nada han hablado del instrumento y los ejecutantes que dieron forma a nuestros cantares típicos; por lo que, considerándolo de vital importancia, a continuación doy un listado con nombres, lugares y fechas en que escuché a cada uno de ellos.
Cacahuatepec Oaxaca, 1935, (Bajo 5º): hermanos José y Eloíso Peláez Valverde, Pío García, Maurilio flores y los hermanos Vidal y Alfonso Ramírez Guillén. Huajintepec, Guerrero, 1937, (Bajo 5º): Juvencio Herrera, Evodio Ramos Martínez, Juan García y Silvino Reyes. Lo de Soto Oaxaca, 1940, (Bajo 5º): Baldomero Dillanes y los hermanos Evodio y Canuto Candela. Pinotepa Nacional Oaxaca, 1941, (Bajo 5º): Adolfo Arriaga. El Maguey Oaxaca, 1941, Guitarra sexta: hermanos Nicéforo y Juan Sorrosa. Cuajinicuilapa Guerrero, 1941, (Bajo 5º): Tenerino Peláez. Santo Domingo Oaxaca, 1942, (Bajo 5º): Agripino Salinas. Acapulco Guerrero, 1962, (Guitarra sexta): Álvaro Carrillo. Cuajinicuilapa Guerrero, 1976, (Bajo 5º y Guitarra sexta): Ismael Añorve Reguera. Acapulco Guerrero, 1982, (Guitarra sexta): hermanos Juvencio y Moisés Vargas. Acapulco Guerrero, 1995, (Guitarra sexta): Adolfo Santiago González y Dámaso Rodríguez Benítez.
Los intérpretes aquí citados sólo son los que conocí con nombre, porque fueron amigos de mi papá o míos; pero en las fiestas regionales, celebradas en pueblos de nuestra costa, escuché a grandes cantores con bajo 5º o guitarra sexta, en su mayoría de ascendencia negra.
Al conocer a todos estos maestros virtuosos del bajo 5º y guitarra 6ª, en distintas fechas y lugares de nuestra Costa Chica, cantando y acompañándose los cantares de la región (mismos que de tanto oír recuerdo a la perfección), me es muy difícil aceptar que hoy, por negligencia o falta de información se diga que cada quien puede tocarla como sea. Claro que si no se trata de una grabación discográfica, el caso no tiene gran importancia, pero cuando el género se graba distorsionado y se dice que es auténtico, entonces es cuando se incurre en el engaño al escucha.
El ritmo hace al género
En música, el elemento ritmo es muy importante, ya que a través de éste toma forma y nombre un género musical, desde una complicad sinfonía, hasta lo más popular de nuestros cantares. Por ejemplo: el popular trío Los Panchos, selecciona para su repertorio el tango argentino “La última copa”, haciéndole las pertinentes modificaciones para su estilo, a melodía, bajos y armonía; y el hermoso tango queda convertido y un romántico bolero.
El conocido director de orquesta Carlos Campos, hace las modificaciones necesarias al bolero “Puñalada”, de Gonzalo Curiel, y éste se convierte en un tropicalísimo danzón. También hay canciones que originalmente fueron escritas a ritmo de clave, como “Peregrino de amor”, “Yo sé que nunca”, “Ojos tristes”, y otras, pero al ir a grabación, por gusto del intérprete o director de grabación, estas quedaron transformadas en boleros, o bien se usaron los dos ritmos.
Y las propias bandas y orquestas costachiquenses, desde hace muchos años, tocan el popular vals La Zandunga a ritmo de chilena, lo que hace que aunque ésta sigue siendo La Zandunga, ya no es vals, sino chilena. Por eso, si queremos ser respetuosos de los ritmos, y llamar a cada cosa por su nombre; veamos en la obra del maestro José Agustín Ramírez, guapangos guerrerenses y no chilenas; pues si usted, respetable lector (a), tiene una grabación del dueto caleta, escuche detenidamente La Sanmarqueña y verá que las guitarras y hasta la propia melodía se oyen tiernas; podríamos decir que hasta romántica. En cambio, si esta misma canción la escucha con chileneros como Vidal Ramírez o los hermanaos Varga, la guitarra es enérgica, alborotada, que invita a parase a bailar y dar gritos de alegría.
Ese es el cambio entre chilena, y guapango.
Suplemento vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 04 de junio de 2010
miércoles, 9 de junio de 2010
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