Yo, ciudadano
Gustavo Martínez Castellanos
Este miércoles 5 fui otra vez a la Casa de la Cultura de Acapulco a buscar a la directora del IGC. Como el día 8 cerraba el certamen de cuento María Luisa Ocampo accedí a llevar los trabajos de mis alumnos que deseaban participar pero que no podían asistir porque viven muy lejos de esa zona.
Ese mismo día se impartió ahí mismo el taller de elaboración de proyectos para acceder a los recursos del PECDA (Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Guerrero). El expositor fue un funcionario de Conaculta y el sitio fue la sala Margarito Vargas; un salón de música en el que, apretujados y con calor, más de 40 personas tomamos el taller.
Había muchos maestros y jóvenes y aunque el expositor parecía más interesado en los jóvenes, los adultos no dejaron de exponer sus dudas. La más iterativa fue ¿por qué este programa no tiene la promoción adecuada?
Yo sólo pregunté qué sanción merecía el “creador” que recibiera recursos por partida doble de Conaculta. El expositor me pidió el nombre de ese “creador” pero no se lo di porque antes necesito información detallada para corroborar mis pesquisas, para ello es que he buscado a la directora del IGC pero es imposible localizarla, casi siempre está en el DF. Por ello, le dejé un recado con la señorita Fabiola Olguín quien, a su vez, me proporcionó su e-mail. Ese mismo día le envié un mensaje con mis dudas. Tampoco ha respondido.
Es difícil no percibir que en el IGC las cosas se están haciendo de una forma extraña. Sus oficinas llaman la atención desde el espacio con aire acondicionado en donde guardan bicicletas (a un lado de la oficina donde despachaba sus asuntos el padre del ex presidente Carlos Salinas). Por otro lado, su directora nunca está y nunca responde a los recados que se le dejan. En mi caso, aún cuando me conoce desde julio cuando, con el gobernador, me entregó el premio al Bando Alarconiano después de que charlamos y de haber recibido vía e-mail mis datos y el texto ganador. Sabe que soy escritor y que tengo talleres de literatura, sin embargo tampoco nos envía ni convocatorias. No existimos para ella, pues.
Esa falta de información me hizo preguntar en recepción si no generaban aunque fuera boletines; la secretaria me dijo que cada oficina enviaba su propia información, esto me lo corroboró después la señorita Olguín con la noticia de que el IGC no tenía vocero, pero que, a veces, la señora Cristina Sierra subía información a la red. Eso me dejó en claro lo que ocurría en el IGC: esa empleada fue la misma que en el sexenio anterior, mientras yo entrevistaba a otro funcionario sobre la residencia de Federico Vite y de su ahora ex esposa Iris García, se metió en mi entrevista y me amenazó: No se meta con ellos porque son mis amigos, si lo hace lo pasará mal.
Parece ser que esa política continúa en el IGC, ya además explica por qué ni la señorita Olguín ni la directora del IGC han respondido a mis mensajes. Aun cuando lo que necesito es poco: quiero saber si un “creador” que este año fue señalado como beneficiario del PECDA accedió a él y hasta qué mes de ministración ha cobrado.
Para mí, como para muchos otros “creadores” que asistimos al taller del PECDA es muy importante saber si ese “creador” está cobrando ese recurso porque ya recibía otro de Conaculta. Si es así, también quiero saber por qué este gobierno se lo ha permitido.
No es cualquier cosa: ese “creador” –que aparte de todo ni guerrerense es- lleva años succionando desde Acapulco recursos a la federación, al estado y al municipio para llevar a cabo sus delirantes proyectos político culturales que terminan en fracasos: el más largo y sucio ha sido la carrera burocrática de su esposa; los demás, han sido la fallida Fiesta de la Nao, el edificio de cultura de Acapulco y los encuentros de escritores jóvenes, del pacífico y de guerrerenses a los que nomás invita y da foro a los de siempre: sus cuatachos.
La importancia de saber si ese “creador” ha accedido al PECDA tiene una historia y dos relevancias, una de ellas, capital. La historia es sencilla: ese “creador” ingresó en 2010 al Sistema Nacional de Creadores, (vid página de Conaculta); y después ingresó al PECDA en Guerrero. Si no rechazó el PECDA entonces automáticamente rechazó pertenecer al Sistema Nacional de Creadores, porque la ley establece que nadie puede recibir dos recursos por efecto de proyectos culturales en el mismo periodo. Pero si está cobrando en ambos lados entonces aparte de corroborar su catadura de defraudador se ha hecho merecedor a las sanciones que marcan las leyes.
La primera relevancia que se deriva de ello es moral: durante los últimos años ese “creador” ha señalado de corrupto a todo aquel que no le da dinero a él o chamba a su mujer a través de una columnilla que los periódicos locales le publicaban porque llegó a Acapulco mareando al que se dejó con un currículo en el que decía que él pertenecía a Inteligencia Militar y que era asesor personal de Manuel López Obrador.
Después de algunas demandas perdidas contra él y de muchos descalabros por su manía de insultar a medio mundo, esos diarios lo echaron de sus páginas. Hoy, ha quedado reducido a publicar sólo en blogs –y de sus amigos-; pero aún desde ese rincón de la web, sigue fustigando con leperuno estilo a funcionarios (el gobernador incluido), políticos y escritores (vid el “Pozole Verde” de José Gómez en El Sur), mientras él defrauda a Conaculta.
La otra relevancia tiene que ver con el silencio de la licenciada Alejandra Frausto; pues si no proporciona información sobre este “creador” ni ninguno de sus empleados lo hace, entonces cabe la posibilidad de que lo esté encubriendo. Quizás para mantenerlo callado. Ya que este “creador” tiene enquistada en el equipo de Alejandra Frausto a Citlali Guerrero, su esposa, quien, en complicidad con otros empleados del IGC seguramente espía cada movimiento de la directora; información que sin lugar a dudas más tarde va a parar a los oídos de ese “lépero viejo” que es su consorte: Jeremías Marquines.
Hay una razón más para querer saber si la licenciada Frausto está evitándome: el próximo día 15 cierra el certamen Acapulco en su tinta en el que también participarán mis alumnos. Con Jeremías Marquines y Citlali Guerrero metidos en el IGC, extrayendo recursos para ellos y sus amigos Iris García, Federico Vite, Antonio Salinas, Carlos Ortiz, Paul Medrano, y el montón de invitados que cada año traen con cargo a nuestros impuestos, es lógico temer que esta pareja mueva sus influencias para que los premios caigan en esos cuatachos suyos a los que han favorecido –y de los que se han servido- desde siempre. No es poca cosa: Citlali y Jeremías han mantenido la lealtad de esa voraz grey con premios, becas y publicaciones. ¿Por qué estos certámenes habrían de ser la excepción?
Ojalá la licenciada Frausto respondiera a mis llamadas y me ofreciera la información que requiero: si Jeremías Marquines aceptó o no el PECDA en Guerrero y si lo aceptó hasta cuándo ha cobrado. Y si no lo aceptó, a quién le fue otorgado ese recurso y por qué.
Si Alejandra Frausto no responde a esas dudas nada nos impide temer que esta insaciable pareja la obliga -bajo amenaza de golpetearla en su columnilla-, a encubrir sus fraudes. Y de esa forma a ensuciar también al gobierno de Ángel Aguirre.
Como hasta ahora no ha atendido a mis peticiones ya sea porque nadie le pasa mis recados o porque no quiere atenderlas, le envío mis inquietudes y mis saludos en ésta.
En espera de sus atentas respuestas.
Periódico Pueblo Guerrero, 11 de octubre de 2011
martes, 11 de octubre de 2011
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