domingo, 31 de julio de 2011

Regionalismos

Cultura Popular de la Costa Chica

Higinio Peláez Ramos


TURNIO. Bizco; que padece de estrabismo, que ve torcido.

TUTUÑÍ. Lulo; taquito hecho de tortilla recién salida del comal, aderezado con machigüe y sal, para calmar el hambre del nene.

URRACA. Ave de abultado copete hacia delante, de color blanco y cenizo. Hay la leyenda de que es de mal agüero.

VAJERA. Indache; llaguita que suele hacerse en la comisura de los labios o, en el pico de algunos polluelos de aves.

VENTERA. La mujer que vende aguardientes y caricias. Esa es una ventera.

XAXACUACHTLE. Del nahuatl, burdo, áspero, mal acabado. En Costa chica, localito provisional, con muros y techo de ramas recién cortadas, que sirve como cantina provisional en las ferias regionales.

YÁCUA. Fibra que se obtiene de la cáscara (corteza) de algunos árboles, y que se usa para amarrar, o hacer cuerdas; Reatas.

YUNCA. Bejuco rastrero que en sus juegos, usa el niño costeño a manera de reata de lazar.

YUNUTUCA. Red de una o dos bocas, que se porta en el hombro, a manera de morral.

ZACAGUAYTE. Gramínea, zacate de hojas menudas resistente a la tarécua y cualquier herramienta de labranza.

ZACUARO. Ave zancuda corpulenta; de plumaje gris indefinido.

ZAFIRA. Buitre, aura, variedad de zopilote.

ZAPOTILLO. Árbol silvestre de frutos cual miniaturas del zapote negro, de sabor muy agradable.

ZOCATO. Calificativo que se da al coco que está pasando de macizo (de agua), a seco.
ZOPILOTE. Caoba, árbol de madera preciosa. Apreciado en ebanistería.

ZOTACO (A). De poca estatura, chaparro (a) chiquillo (a).

ZOYENCO (A). De cuerpo atlético; musculoso, robusto, bien formado.

ZUTO. Recto, ano, enduto.

Distinguido (a) lector (a); la razón de llevar a usted un poco de lo que fue nuestro modo de comunicarnos, es por el solo placer de recordar, aunque sea parte de nuestro ayer, que a los románticos nos hace vibrar; y, claro está, para que las generaciones del momento no terminen por olvidar totalmente este nuestro lenguaje tradicional que se tambalea.

Las fondas y cocinas, ahora son restaurantes; y si ahí pides unas picaditas con poco chirmole, quien te atienda te va a preguntar extrañado (a), que qué quieres, porque ahora se dice sope con poca salsa. La palabra nene desapareció de nuestro diccionario; ahora se dice bebé; por adiós, bay; y entre la juventud, el ñero, mano, amigo y compa, se cambió por güey y otra palabra más fuerte que aquí no me atrevo a escribir.

Recuerdo cuando la mamá, nos decía: ‘hijo, fíjate si el nene no se ha hecho chucho’; ahora, el bebé se hizo pipí.

Con relación a los antojitos de los que antes disfrutábamos, ayer me sentí muy feliz de platicar con un amigo, recordando aquellas frutas silvestres, que al ir por el camino, se nos antojaba saborear; por ejemplo: los frailecillos, el zapotillo, la fruta de chachalaca, los tejorucos, los samaritanes, el huevotoro, el cuajinicuil de cerro, y de arroyo; los guamuches, los nanches, la cuita de gato, las tunas de corral, el camote vaquero, las orejitas en empanadas, y las chiquiñumas en sus distintas formas de consumir: asadas, en dulce, y tiernas raspadas en una piedra, entre otras tantas golosinas que nuestros montes nos regalaban. Tal vez por eso, el niño de ayer era más sano.

Respetable lector (a), practicar lo nuestro no es retroceder; sencillamente, es afianzar nuestra identidad, sentirnos orgullosos de que los demás sepan de dónde somos.

Seguramente que mi lenguaje ya no es tan costeño como yo quisiera, pero debo decirles que salí de mi tierra natal en 1936, y de mi querida Costa Chica en 1952, para regresar con ustedes apenas en febrero del 2007; sin embargo, les digo con orgullo, que en la ciudad de México (sin proponérselo), mis hijos (as), ya han enseñado a algunos citadinos a decir: chando, chañe, chirundo, y a comer caldo de chipiles con limón, así como el sabroso bazo relleno, orgullo de nuestra cocina.

Distinguida paisanada, si en este intento de recopilación de nuestros regionalismos encuentra algunas fallas, les aseguro que son involuntarias, y me gustaría que ustedes lo enriquecieran, mandándome las palabras que hasta horita nos están faltando. Para ello, pongo a sus respetables órdenes el número telefónico (01 954) 553 45 73, y el correo electrónico pelaezrhiginio@hotmail.com

Suplemento Vida y Sociedad, El Faro de la Costa Chica, 29 de julio de 2011

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