martes, 26 de junio de 2012

Cultura, punto de partida de la izquierda: Díaz-Polanco


El antropólogo Héctor Díaz-Polanco se encargó de conformar el tema cultural en el proyecto de nación del candidato presidencial
Andrés Manuel López Obrador, el “más complejo y abarcador que ha elaborado en México la izquierda en las últimas décadas”, emanado del concepto “República amorosa”, y por tanto centrado “en la persona, no en los bienes mercantiles”. Por ello, subraya, propicia la determinación de López Obrador de que, “de ahora en adelante, cero despojos a los pueblos indígenas”.
JUDITH AMADOR TELLO
Miembro del equipo de ideólogos que participó en la elaboración del proyecto de nación abanderado por el candidato de las izquierdas a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, el antropólogo Héctor Díaz-Polanco afirma categórico que lo fundamental de esta propuesta es colocar en el centro el tema de la cultura.
“Es el hilo dorado que atraviesa y determina todo el proyecto.”
Si durante su gestión como jefe de gobierno de la Ciudad de México el político tabasqueño fue criticado por no demostrar interés por la cultura, hoy –asegura Díaz-Polanco– ha habido una evolución no sólo en él sino en todo el proyecto, sostenido ahora por cuatro columnas vertebrales: Económica, política, social y cultural.
En torno a este cambio, el investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) relata que cuando se conformó un equipo de cerca de 40 académicos e intelectuales de diversas especialidades para elaborar el proyecto (entre ellos Armando Bartra, Jaime Cárdenas, Arnaldo Córdova, Bertha Luján, Lorenzo Meyer, Jorge Eduardo Navarrete, Elena Poniatowska y Carlos Tello Macías), se trabajó en reuniones semanales a las cuales asistía en principio López Obrador. Luego, ya bajo la coordinación de uno de ellos, se desarrollaron los temas en equipos:
Rogelio Ramírez de la O. en economía, Víctor Flores Olea en política, Raquel Sosa en desarrollo social, etcétera. Díaz-Polanco encabezó el tema de la cultura. El resultado total fue un manuscrito de alrededor de 400 páginas, publicado en 2011 por Grijalbo, con el título Nuevo Proyecto de Nación.Por el renacimiento de México, coordinado por Jesús Ramírez Cuevas, con presentación del propio candidato.
Cada uno de los temas integra un capítulo. Diez en total, entre ellos “Democratizar el acceso a los medios de comunicación”, “Por una ética republicana y el combate a la corrupción”, “Crear una nueva economía”, “Campo y soberanía alimentaria”.
Curiosamente el dedicado a la cultura, “Promover la revolución de las conciencias y un pensamiento crítico”, cerraba el volumen. Ahí, “de acuerdo con la visión de López Obrador”, se resume lo relativo a la diversidad cultural, los pueblos indígenas, la nueva visión de sociedad, los comportamientos sociales, la problemática ética “de donde deriva la noción de la República amorosa, todo esto constituye la visión cultural”. Pero al presentarle los temas al candidato su respuesta fue:
“Éste no es el tema 10, es el uno.
“Quiere decir –continúa Díaz-Polanco, entrevistado por Proceso en su casa del centro de Tlalpan– que en el curso del debate sobre la concepción del país que se quiere construir, se concluyó que la cultura es el punto de partida para dar coherencia y sentido a todos los demás temas, algunos muy interesantes pero áridos, con cuestiones muy técnicas, como el energético.”
A decir del también sociólogo por El Colegio de México, autor entre otros libros de El laberinto de la identidad y Elogio de la diversidad. Globalización, multiculturalismo y etnofagia, se trata del proyecto “más complejo y abarcador que ha elaborado en México la izquierda en las últimas décadas, hecho por gente de un nivel extraordinario...
Reunió a lo mejor del pensamiento y la investigación mexicanos. “Constituye un fenómeno sociocultural muy importante que no es frecuente en la historia de las sociedades: Es el desplazamiento de la gente del pensamiento de la cultura, incluyendo humanidades y arte, de posiciones de derecha o centro, hacia la izquierda. Y es un triunfo del movimiento que encabeza López Obrador.”
Hacía mucho tiempo, destaca, que en la historia de México no se daba. Está el antecedente de Benito Juárez, quien atrajo en torno a su proyecto a importantes personajes del pensamiento y la cultura del siglo XIX. Ahora, “es un fenómeno nuevo en México, reconocido incluso por el propio Enrique Krauze en una entrevista que le hizo una revista hace unos meses, por eso se logró reunir ese número de personalidades”.
En el documento que sintetiza los lineamientos del proyecto cultural (publicados en www.morenacultura.mx) se establece que la cultura abarca formas de convivencia, valores, visiones del mundo, modos de pensar y vivir, expresiones de arte, lenguas, costumbres, saberes, tradiciones.
No es un campo aparte de los demás, explica el antropólogo, sino vinculado con todo. No se puede, por ejemplo, pensar en resolver el problema energético o de soberanía alimentaria sin protección al medio ambiente, pero también a las formas de organización social en donde se producen procesos culturales, usos y costumbres.
Por ello, enfatiza, la discusión sobre una política cultural va más allá del tema “muy polémico” de crear o no una Secretaría de Cultura. Primero se deben definir posiciones que orienten los proyectos concretos de lo que se hará, por ejemplo, en difusión cultural. Son ocho los lineamientos: Universalidad; Libertad; Diversidad; Cultura y valores; Cultura y patrimonio; Cultura, educación y desarrollo social; Cultura y seguridad, y Cultura y economía, desarrollados en el documento.
Ahí se exponen con brevedad ideas como que la cultura no debe estar centrada en las llamadas bellas artes; que el Estado debe fomentar la cultura, pero no una “cultura oficial”; que la diversidad, las culturas indígenas, urbanas, populares son una riqueza, no un problema.
Diagnóstico grave
Lo concreto acerca de cómo se vinculará la cultura con la educación; con la economía, pues no hay que olvidar que también tiene un punto de vista económico que “no está mal si se adapta a los principios del proyecto”; el de la propia secretaría; lo que se hará con los organismos culturales, que “como dice el documento... son patrimonio nacional”, como los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes (INBA), todo ello se tendrá que definir tras un diagnóstico pero a partir de los principios orientadores.
Para Díaz-Polanco la cultura es además generadora de valores fundamentales. Deplora en este sentido que los valores históricos, convertidos en una visión popular, que incluso atravesaban a la mayoría de las capas sociales del país, “fueran trastocados en las últimas décadas” con la irrupción del modelo neoliberal que “convierte todo en mercancía”.
Incluso menciona que un principio aprobado por la UNESCO y votado por México, “pero no adoptado en la práctica del gobierno, por la visión neoliberal”, es la excepcionalidad de la cultura, pues si bien –guardando proporciones– todo puede ser convertido en mercancía, la cultura no, pues tiene características particulares y es tan importante lo que está en juego en la visión cultural, que no puede estar determinado por el mercado.
Agrega entonces que ningún tratado de libre comercio puede mermar la soberanía del Estado mexicano para decidir cómo tratar los problemas de la cultura; esto da la posibilidad de que el gobierno defina sus propias políticas de protección al patrimonio cultural, en el campo de las llamadas industrias culturales, de promoción de la cultura, etcétera.
El Tratado de Libre Comercio con Norteamérica, anticipa, será revisado en distintos aspectos. No para plantear “borrón y cuenta nueva” o negar su existencia, pues no es “la política del exabrupto”, sino para revisar lo que debe ser mejorado, como este aspecto de proteger los procesos culturales.
Otro aspecto destacado por el investigador es el respeto a la diversidad cultural, cuyas expresiones más notables son las culturas indígenas y populares, que deben ser consideradas una riqueza y no un problema. La política indigenista, dice, hablaba del “problema indígena” cuando el problema es la nación, es la que debe transformarse, cambiar a fondo a fin de que esta diversidad cultural armonice con el proyecto de nueva sociedad a la cual esa “riqueza extraordinaria” debe sumarse.
El proyecto dice textualmente que se tomarán como un punto de partida los Acuerdos de San Andrés, fundamentales para definir la política respecto a los pueblos indígenas. En ellas habrá elementos relacionados con el territorio y el patrimonio de sus comunidades. La determinación de López Obrador, subraya, es “de ahora en adelante, cero despojos a los pueblos indígenas”.
Ello implica respeto a su patrimonio, sus tierras, usos y costumbres, sus sistemas socioculturales, su organización social, su derecho a autogobernarse en el marco del Estado-nación.
No se trata de establecer un Estado paternalista, populista, irresponsable y despilfarrador, sino uno “estrictamente responsable” que asuma que los ciudadanos necesitan salud, alimentación mínima, acceso a la educación, tener el derecho a desarrollar sus relaciones sociales y sus sistemas culturales”.
Una de las primeras tareas que se plantean de llegar a la Presidencia es un diagnóstico completo sobre el funcionamiento del Conaculta. Los trabajadores del INAH e INBA, dice, han “avanzado muchísimo” y “hay indicios de que es un desastre”. Y no sólo los sindicatos de estas instancias, sino creadores, gente de cine, de artes plásticas, danza y otras disciplinas hacen una crítica muy seria al desempeño del Conaculta:
“En el sentido de que no sólo no cumple con su función coordinadora, sino fomenta el desorden en el campo de la cultura, que hay mucho derroche, incompetencia y una concepción equivocada y parcial de lo que es una política cultural de Estado... Debemos asumir que el país se nos ha ido deteriorando en todos los terrenos y las políticas culturales no son la excepción.”
Las instituciones no deben estar al servicio sólo de las expresiones elitistas y combatir los sistemas culturales populares, todo constituye un patrimonio cultural extraordinario que debe ser protegido.
–¿Esa responsabilidad del Estado por sus ciudadanos es lo que resume López Obrador como “República del Amor”, que ha dado pie a burlas y chacotas?
–La forma de trivializar este tipo de temas es con esto que usted señala como chacota, burla, vulgarización de las cosas. Es fruto, en algunos casos probablemente, de ganas de quitarle mérito y ocultar lo que puede tener de interesante o de profundo. En otro caso puede ser ignorancia.
Detrás de la “República amorosa” hay argumentos basados en textos de autores como Adolfo Sánchez Vázquez, así como
en la tradición filosófica de occidente, que incluye a México y América Latina, y en autores contemporáneos como el francés
Alain Badiou y el eslovenio Slavoj Zizek.
“Los más interesantes filósofos contemporáneos están hablado sobre el papel del amor y la felicidad en la política, en la sociedad, en la economía, en la cultura.”
Más allá de los fundamentos teóricos, la esencia del proyecto es recuperar los valores de solidaridad y fraternidad, el interés por el otro, su construcción social, y centrarse en la persona, no en los bienes mercantiles. 􀁏
Revista Proceso, 1860 / 24 DE JUNIO DE 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario