jueves, 7 de marzo de 2013

Dan miembros de la comunidad cultural un balance positivo de la gestión del IGC

El Sur, mar 6, 2013


Aurélie Daly

La renuncia de Alejandra Frausto al frente del Instituto Guerrerense de la Cultura provocó reacciones diversas entre los actores de la comunidad cultural, pero la mayoría juzgó positivo el balance de sus realizaciones en el año y medio que estuvo a cargo de la gestión del IGC.

El escritor José Dimayuga, en entrevista, se dijo muy sorprendido por la noticia y lamentó la renuncia de Frausto.

“Me sorprende mucho su renuncia. Tengo la impresión que su trabajo estuvo muy bueno. Hacía muchos sexenios que no había tanta actividad y tanto apoyo a grupos, creadores, en Acapulco y Chilpancingo y en las comunidades. Lamento esta renuncia, en particular en lo que concierne las Jornadas Alarconianas porque durante mucho tiempo no tenía perfil de teatro. Durante su gestión se hicieron buenas cosas como este espacio nuevo para las Artes Visuales, El Cubo (Gran Galería)”.
Hizo hincapié en la necesidad de dar seguimiento a los proyectos y programas iniciados por la directora y expresó sus expectativas en cuanto al perfil del futuro o de la futura director o directora.
“Ojalá quien venga contemple eso y le dé continuidad a los programas. El perfil ideal sería una persona sensible a las demandas culturales de este estado tan rico, variable y tan dificultoso por su propia geografía. Tendría que atender a las demandas de todo el estado y darle continuidad a los proyectos editoriales y de fomento a la lectura.

El proyecto de convertir el IGC en Secretaría se quedó en proceso, entonces el próximo que venga ojalá dé continuidad a ésto. Es un compromiso diario para darle seguimiento y conclusión a este asunto. Además de culto (el futuro director) debe tener sensibilidad y tacto para atender a las demandas de la comunidad cultural y mucha voluntad. Asimismo tiene que ser buen administrador. Debe tener no solamente la intuición para negociar sino también la facultad de administrar y gestionar los recursos; a grandes rasgos es esto”.

Dijo que tenía tres nombres en la cabeza, pero se negó a citar a alguien en particular “para no herir susceptibilidades” y agregó “hay gente muy capaz”.

A la cuestión de saber si se imaginaría director del IGC, se espantó y se rió.

Por su parte el director de Fomento a la Cultura, Gabriel Brito, lamentó la renuncia de la directora e hizo un balance positivo de su trabajo.

“Hizo un trabajo muy importante; yo formé parte del equipo, estuve como coordinador del sistema estatal de teatros de Guerrero y director artístico de las Jornadas Alarconianas. Ella lo impulsó, dio todo su respaldo y su apoyo. Ojalá los taxqueños y los guerrerenses en general, podamos seguir participando. Alejandra es una persona muy capaz y muy comprometida, será un gran reto para ella. La vamos a extrañar pero los cambios son para mejor”, declaró.

En cuanto a la cuestión de la sucesión de Alejandra Frausto para dirigir el IGC, Brito confía en el juicio del gobernador para elegir a la persona adecuada.

“Es una decisión del gobernador, ha tenido buen tino, lo tendrá para elegir a quien ahora va a estar al frente. El arte no tiene límite, pero la gestión cultural tiene que ver más con la capacidad de gestión, difusión y relación con la gente”, comentó.

Asimismo, dijo que creía en una continuidad en las realizaciones de Frausto como la conversión del IGC en secretaría. “Seguramente, le va a dar seguimiento a los proyectos de Alejandra”, concluyó.
No regresar al pasado, cuando nadie conocía al IGC, dice el escritor Andrés Monroy
El escritor Andrés Monroy, compartió su sorpresa y su pena al enterarse de la renuncia de Frausto.
Concedió que “su salida no modifica nada el trabajo hecho hasta ahora pues no era ella quien lo hacía. Ella era sólo la representante o la figura pública de una dependencia”.

Del año y medio de trabajo de la directora, dijo estar de acuerdo con el patrón desarrollado a excepción de algunos eventos demasiados mediáticos y sin gran interés cultural.
“Estoy a favor del modelo actual, de los proyectos de la gente que trabaja en el IGC y que rara vez aparece en las notas con sonrisas hermosas o vestidos despampanantes. Estoy a favor del proyecto honesto y sensato de quienes pasan 20 horas del día en las oficinas del Instituto o recorriendo calles, contactando personas que intentan hacer arte o cultura. Todo lo que no sea eso, entiéndase Wisin, Yandel, Jenifer López o caprichos similares que le llegan al IGC por encargo, bien puede desecharse”.

Consideró que el trabajo de la directora dio un soplo nuevo al IGC gracias a una gran cantidad de actividades y una difusión amplía.

“Opino que (las realizaciones de Frausto) han sido adecuadas, obviamente al priorizar cierto perfil se descuidan otros, no obstante, nunca antes como ahora, como en este año y medio, había escuchado, leído y visto tanto del Instituto Guerrerense de la Cultura. La gente habla de sus eventos, la mayoría habla bien y tiene buenos comentarios, algunos otros lo contrario, pero hablan: se trabaja”.
Declaró que quedaban muchos pendientes en el estado, pero no por falla de parte del IGC, sino por el retraso cultural del estado.

“Lo que se han propuesto lo han llevado a cabo; en lo demás no se meten, son inteligentes: no prometen lo que no podrán cumplir”.

Sin embargo, agregó, “faltan muchas cosas, infinidad de cosas que ni quedándose resolvería y que quien venga no va a resolver tampoco. Parece fatalista, lo sé, pero así es. Queda pendiente mayor apoyo a los artistas locales, la creación de más espacios, los talleres de especialización, todo eso por lo que se la pasan lloriqueando los ‘artistitos oficiales’. A mí me gustaría por ejemplo que el presupuesto del PECDAG (Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero) se incrementara y pudieran apoyarse más proyectos, que los Faros se multiplicaran, que hubiera más proyectos de coinversión y se fomentara así la autogestión de los grupos culturales a través de colectivos o algo así, de modo tal que la labor o responsabilidad del IGC dejara de ser la de organizar y fuese apoyar o coordinar. Si se tratara sólo de pedir, me soltaría pidiendo que proyectaran el rescate del Centro Histórico de Acapulco y llenaran de museos como en otros lugares, pero hay que saber dónde se vive”, comentó.

Para suceder a la directora saliente, Monroy afirmó que no era necesario que fuera artista ni local, pero que la mejor elección sería alguien del equipo actual.

“Me gustaría que el próximo que tome las riendas sea alguien que ya haya trabajado este año y medio en el IGC, que conozca las problemáticas al interior, que haya estado presente en los éxitos y los fracasos que se han tenido, que tenga contacto con la gente que trabaja ahí y que sepa lo que les toca pasar también a ellos”, comentó.

Andrés Monroy agregó: “muchas veces, cuando los eventos salen, desde afuera sólo tienes una opinión sea favorable o no, ni te imaginas los sacrificios que toca padecer a la gente ‘de a pie’ que labora en el Instituto. Me gustaría una persona que sepa de esto, lo valore y respete, que dé la cara ante los medios y aparezca en las fotografías pero que también sude la gota gorda en cada proyecto que se planee. Algunos optan por un local o por un artista, creyendo que éste va a tener una perspectiva de lo que padecen o necesitan los artistas locales. Yo no soy de esa idea, me basta con una persona honesta, trabajadora y que se sepa rodear de personas a las que les gusta el trabajo que les corresponde, que es a mi parecer en lo que atinó Alejandra Frausto”.

“Un cambio de estilo bien podría regresarnos a los años anteriores donde las siglas IGC eran desconocidas para el común de la gente, donde las instalaciones en Costa Azul lucían abandonadas, no había eventos de nada y al frente aparecía algún ‘reconocido artista guerrerense’ al que de todos modos, el resto de ‘reconocidos artistas guerrerenses’ vituperaba. Al contrario, si permanecen las personas que han contribuido a sacar adelante los proyectos recientes de los que como nunca antes se está hablando y cuentan con un apoyo tangible, en tiempo y forma, de quien quede al frente, con los recursos necesarios en el momento adecuado, creo que no sólo se continuará trabajando como hasta ahora sino incluso mejor”, concluyó.

Por su parte el escritor Edgar Pérez Pineda, tomó la noticia con flema.

“Me inclino por la opinión de que el estado de Guerrero fue sólo una etapa en la carrera de la señora Frausto, por ello no creo que existan motivos serios para lamentar su renuncia; aunque tampoco significa que sea asunto agradable”, declaró.

Juzgó muy amplío el vacío cultural en Guerrero y consideró necesaria una redefinición de la cultura en el estado.

“Los pendientes del Estado son demasiados y multifactoriales, no sólo en cultura. Por ello no creo que sea posible un juicio claro de lo que se dejó de hacer en la administración de Frausto. No creo exagerar al decir que en Guerrero casi todo está por hacerse. Estoy a favor de una muy seria discusión al respecto, en primer lugar, de un reconocimiento de nuestra circunstancia histórica y de nuestro presente, algo así como un diagnóstico realizado por antropólogos, historiadores y creadores artísticos e intelectuales del estado”, dijo.

“Opino que no hubiesen conseguido trascendencia mayor sin la participación de la gente que entiende las necesidades y circunstancias reales de la gente de Guerrero. Aun así, digo que persiste la necesidad de repensar qué significa la cultura en un estado que padece muchas carencias y atrasos ancestrales, lo cual, bien visto, es una desventaja favorable, pues bien admite la formación de creadores, lectores y consumidores de bienes culturales en general”, agregó.

Pérez Pineda hizo hincapié en la necesidad de nombrar un sucesor o una sucesora local que conozca bien las debilidades y exigencias del estado.

Dijo que el perfil ideal sería “alguien que comprenda las necesidades históricas del estado y su demanda de estrategias e iniciativas de infraestructura y formación. En última instancia, alguien con fundamentos éticos. Somos los guerrerenses quienes debemos aprender a gobernarnos legítimamente, es una de nuestras tantas tareas pendientes”, precisó.

Acerca de la conversión del IGC en secretaría, dijo que el nombre importaba poco, “siempre será mejor secretaría que instituto; aunque la verdadera importancia es que se cumpla su razón de ser, que es, según entiendo y como última instancia, el cultivo del pensamiento y los sentidos de los guerrerenses, su identidad.

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