lunes, 28 de junio de 2010

Cultura Popular de la Costa Chica



Por: Higinio Peláez Ramos

Miembros del grupo de danza Dzahuí

En una conversación familiar, sale a colación el caso de los niños genios que tanta admiración y buenos comentarios logró, por lo increíble de los casos presentados en varios medios de comunicación, y que tuvimos la suerte de apreciar, sobre todo en la televisión.

Al respecto, alguien me decía: ‘oye mano, ¿y esos niños ya nacen así, o tienen papás mucho muy fregones que desde chiquitines los van preparando en tantas cosas que estos aprenden al pie de la letra, como el chamaquito que se sabía de memoria el nombre de cada capital de un montón de países, o la niña de doce años que tocaba de memoria una sinfonía en el piano, o el niño violinista de solo diez años, entre otros?’.

_En lo personal, pienso que hay seres privilegiados, mujeres u hombres a quienes la naturaleza dotó de esas facultades, y que desde que empiezan a hacer uso de razón, comienzan a manifestar; pero también creo muy necesario que los padres o tutores nos preocupemos por iniciar a nuestros vástagos en lo que consideremos de provecho; pues el infante puede nacer con ese potencial, mismo que si no sabemos canalizar hacia lo positivo, esto puede desviarse a la maldad, convirtiéndose el individuo, en un genio malo.

Por eso, con frecuencia sabemos de actos violentos que se registran en distintas partes del planeta, donde los protagonistas, en una mayoría de casos suelen ser menores de edad. Y es que en la actualidad pocos son los padres que se preocupan por la formación de sus hijos. En el caso de matrimonios de escasos recursos, por los bajísimos salarios que perciben, tienen que trabajar ambos, desatendiendo el cuidado de los menores que al no tener la vigilancia debida poco a poco van aprendiendo malos hábitos que con el tiempo se convierten en tragedias.

Y los padres adinerados, que por pensar sólo en acrecentar sus capitales, también resultan víctimas de estos mismos males, al no poner la atención debida en sus retoños. Y claro que no todos podemos convertir a nuestro hijos en súper niños; pero si cada uno de nosotros, padres o tutores, poco a poco, con la mayor diplomacia posible vamos induciendo al pequeño (a) hacia lo positivo, cuando el infante empiece a aplicar su criterio en lo que hace, ahí veremos reflejadas nuestras enseñanzas.

Padres de familia: salvemos a nuestra juventud de las garras de los vicios en que está cayendo. Organicémonos; ¡hay tantas formas de enseñar cosas positivas! En uno de mis viajes a la ciudad de México, encontré un domicilio donde una señorita está muy empeñada en impartir cultura a los vecinos de su colonia, y parece que encontró eco. Enseña bailes regionales de gran parte del país, donde tiene participantes desde tres años de edad hasta once; el grupo tiene el muy mexicano nombre de: Dzahuí; grupo de baile, Dzahuí… Vean las caritas de felicidad de los chiquitines.

Suplemento Vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 25 de junio de 2010

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