lunes, 8 de agosto de 2011

Presentan en Tlapehuala libro del escritor Virgilio Bermúdez


Escrito por Ángel Ramírez Ortuño

HUETAMO, MICH. El día sábado 6 fue de una aureola luminosa para Tlapehuala, bella tierra impregnada del santo olor de la panadería, la laboriosidad fabril del entretejido de las trenzas de palma junto a la figura señera de Isaías Salmerón, y sobre su costado izquierdo una gigantesca mole de hierro y acero sobre el río Balsas, mientras que las cúpulas de sus iglesias distinguen de lejos al municipio más joven de toda la Tierra Caliente de Guerrero.

Y llegaron amigos de Zirándaro en la embajada de Virgilio Bermúdez Núñez, y de San Miguel Totolápan, con Lorenzo Esteban Juan; de Coyuca, con Pepe Espinoza Quiroz; de Riva Palacio, con Manuel Aguirre; de Tlalchapa, con Antolín Orozco; de Ajuchitlán, con Verónica Leónides; de Huetamo, el clan Ramírez Ortuño; de Ciudad Altamirano, Chema Aburto y Gregorio Urieta, y desde Morelia arribó la dulcísima voz de Ibeth Pineda y su esposo, y el evento se internacionalizó con mentores de Colombia.
El motivo era presentar el libro Poesi…a…ngustia, de Virgilio Bermúdez Núñez, nacido allá Zirándaro en 1943. Así, el pasado sábado, por gentileza de Offir Damián y Andrés Jaimes, y con la anuencia del presidente municipal de Tlapehuala, Nelson Flores, se hizo posible un evento literario y cultural, de esos que casi ya no se ven.

Por eso, con la presencia de cuerdas y guitarras, tamborita, violín, delicadas voces femeninas, es decir, un grupo de artistas regionales recién graduados en un esfuerzo del gobierno municipal por impulsar las artes, empezó, primero un alegre fandango, donde participó también el cantautor, poeta y músico Andrés Jaimes, no faltaron las rudas tandas de zapateados, los alegres sones y gustos del pueblo, para dar entrada oficial a la presentación de la obra de Bermúdez, enmarcada entre Zirandarofilias, que no son otra cosa que un canto a la tristeza, el dolor por los que ya se fueron, susurros de nostalgia enlutada y así mismo, una lista de poetas invitados que participan en esa virgiliomanía cuenqueña.

De entrada, este corresponsal señaló frente a los invitados de honor de esa contertuliana experiencia, que en estos tiempos violentos han surgido voces poéticas como la de Sicilia, quienes entre el respaldo del verso y la prosa buscan con anhelo la paz, y enseguida correspondió a Antolín Orozco presentar un excelente perfil de la obra de Bermúdez, recargada de poemaria que el poeta de Zirándaro escribió frente a una tragedia luctuosa.

Vino una participación de otro zirandarense, Teobaldo González Alvear, quien a petición de Bermúdez declamó un poema rural zirandareño, y en minutos el hijo del extinto maestro Teobaldo González Palacios se ganó el afecto de los amigos de Tlapehuala, y ahora si, Virgilio, enmarcó a Zirándaro y a Tlapehuala entre las figuras inmortales de Salmerón e Ignacio Chávez, dos personajes extraordinarios de la Tierra Caliente.

Virgilio, emocionado hasta la médula agradeció las gentilezas de Offir y de Andrés, don amigos excepcionales que se propusieron dar a conocer la poemaria del hombre de Zirándaro, contador de profesión y ex empleado de Pemex, escritor de carrera, cronista, poeta, editor, ganadero, hombre de a caballo y hasta reforestador de su municipio, y ese día, nada más faltó que el alcalde Flores le entregara las llaves de la ciudad, dado que la concurrencia lo arropó de inmediato.

Agradecido como es su estilo, el hijo de don José Bermúdez, aquel inmortal gallero mejor conocido como Pepe La Bamba, se abrió de capa y felicitó a la comuna de Tlapehuala por apoyar la cultura, luego reconoció que ese libro fue escrito sobre renglones enlutados sobre un dolor insepulto que lo atrapó en un penar, y que sólo logró salir de él por medio de una literatura atrapada mientras mascullaba las penas que le dejara Maruca, aunque después fue don Pepe y siguieron dos hermanos.

La verbena sabática concluyó con una comida regional en el restaurante Kenia, espacio tapizado de fotografías de gente famosa, desde políticos, deportistas, actores de cine, pilotos de lanchas, poetas, futbolistas y demás, y ahí en franca camaradería concluyó un día de esos que iluminan la vida y nos despedimos de Tlapehuala tras estrechar la mano de Offir y de Andrés, un par de amigos quijotes de la cuenca del Balsas que nos trataron a cuerpo de rey.

Despertar del Sur, 08 de agosto de 2011

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