lunes, 21 de marzo de 2011

La Orquesta Filarmónica de Acapulco: reencuentro

Yo, ciudadano


Gustavo Martínez Castellanos

Este primero de abril, una vez ungido gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre tendrá un reencuentro especial: como primer mandatario volverá a saludar al director de la Orquesta Sinfónica de Acapulco, maestro Eduardo Álvarez, con quien en 1998 creó ese conjunto de música clásica para satisfacer una necesidad de nuestra cultura local.
En efecto, de las innumerables obras que Aguirre erigió para nuestro estado, la Orquesta Filarmónica de Acapulco es la única que conserva a su primer y único director. Su otro creador. Con su permanencia Eduardo Álvarez ha demostrado además que, al paso de los sexenios, su incuestionable capacidad para conservar su puesto se debe principalmente al trabajo profesional y continuo y a resultados limpios y comprobables.

Hacia 1997, Álvarez era director de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. Un día, un funcionario guerrerense lo localizó para pedirle que realizara otro disco de música regional (ya había hecho algunos para otras entidades). Él aceptó. Más tarde fue invitado a visitar Chilpancingo. En esa reunión conoció al gobernador Ángel Aguirre, su anfitrión, quien le pidió que seleccionara las piezas más significativas de la fonoteca guerrerense -que en ese momento le entregaba en discos- y las elevara a nivel sinfónico. Álvarez volvió a aceptar. A unas semanas de presentar el resultado de su trabajo, Paulina azotó la costa suriana y el evento tuvo que esperar. No mucho; en la agitadísima agenda de Aguirre logró abrirse espacio una cita en la que ambos pudieran escuchar el correspondiente demo. Aquellas amadas piezas que conocimos y siempre escuchábamos con voces terciadas y guitarras locales, ahora arregladas e interpretadas sinfónicamente, significaron una potente cascada de luz en el corazón adolorido de aquel gobernador atribulado por la tragedia y el desastre provocados por el meteoro. Emocionado en grado superlativo, y aún atrapado por la magia del reencuentro con sus raíces musicales, Aguirre aprobó el trabajo y apremió a Álvarez a terminar el disco.

Sobra decir que, en esa empresa, Álvarez puso todo lo que él era a través de su experiencia en el arreglo, orquestación, dirección y grabación musicales. Experiencia respaldada por instituciones como el Conservatorio Nacional y la Escuela Superior de Música, pero, sobre todo, por la idea de pertenencia que anima a los capitalinos. Propiciada, a su vez, por su temeraria infraestructura cultural en la que, amén de contar con los mejores institutos de investigación y análisis de América Latina, cuentan con tal número de museos que es la de México, en el mundo la ciudad que más posee. Y, por el hecho de que ella misma es, nivel a nivel, un museo vivo. Único en el orbe. Algo que en Guerrero no podemos encontrar pero cuyos parámetros de análisis y creación no nos caería mal erigir bajo la conducción de una mano profesional y experimentada. Como la de Álvarez en nuestra música quien ha trabajado tan bien que no sólo lo ha hecho para tres gobernadores seguidos, sino que este primero de abril –bromeo-, con Aguirre, iniciará a repetirlos.

Es verdad, Aguirre también se reencontrará con el Tecnológico de Costa Grande, el Instituto Estatal de Cancerología y El museo Interactivo Infantil “La Avispa” entre otras obras suyas de igual valor y trascendencia, pero sólo en la Sinfónica de Acapulco hallará a quien le dejó la batuta. Será interesante verlo tomarla nuevamente.

Periódico Pueblo Guerrero, 21 de marzo de 2010

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