lunes, 7 de noviembre de 2011

Fieles difuntos

Yo, ciudadano
Fieles difuntos
Gustavo Martínez Castellanos
La semana que hoy termina celebramos en México y en buena parte del mundo cristiano a los fieles difuntos. La frase abraza connotaciones que abarcan diversos ángulos de nuestra vida cultural y resulta en muchos grados ecuménica. En algunas partes de América, aquellos “que han pasado a formar parte entre los muertos”, reciben de los vivos un banquete material de connotaciones espirituales por el hecho de ser “fieles”. Es decir, de haber sido católicos; desde el bautismo hasta la extremaunción. Y, una vez que nuestras rogativas los liberan del purgatorio y residen en la gloria –todo buen católico no puede ir al infierno-; pueden acceder a reunirse con sus seres queridos en ese festín que son los altares bella y ricamente ornamentados y provistos de toda vianda al gusto que en vida tenían.

Cada elemento de ese festín tiene una significación exacta: el vino y el pan que son parte de la eucaristía; el guiso elaborado que habla de una fiesta, la sal y el agua para saciar la sed en ese viaje metafísico de magnitudes cósmicas y los juguetes y cigarrillos, pequeños gustos que especifican la identidad del fallecido y que en nuestros pueblos elaboran un intricado sincretismo. Fieles difuntos y Todos los Santos son celebraciones que el mundo católico, con una practicidad que anquilosó la Reforma, elaboró para este y el otro mundo como una filosofía que da cuenta de nuestra naturaleza efímera. Y de la eternidad del alma.

En mesoamérica, la tradición encajó bien y a tiempo con la visión cósmica de los pueblos más desarrollados que veían en el sacrificio humano la única forma de mantener el dinamismo del universo. Al menos el mundo azteca celebraba a la muerte –según Sahagún- cada uno de sus dieciocho meses y tenía un contacto directo con la misma a través de manifestaciones tales como el zompantli o los días no fastos en que el mundo caía en un sopor que semejaba a la muerte. Tablada refleja de forma geoespacial ese sincretismo en “El ídolo en el atrio” y del que Fuentes retoma un verso para dar nombre a su primer libro: Los días enmascarados que deriva -de una traducción macarrónica- de nemotemi.

De esos elementos eminentemente telúricos se extraen la significaciones nuestras del copal, los papalotli y las calaveras de azúcar, presencia directa del zompantli.

De Guerrero, cuyo territorio fue conquistado –sólo en parte- hasta el reinado de Ilhuicamina por Ahuizotl, sin embargo, la representación de la muerte deviene de tres elementos ctónicos: el culto a Xipe, el desollador; al jaguar-sol y el color rojo, emblema dicotómico del sol que cae y de la muerte. En la profundidad de la expresión de la otra vida, estos elementos niegan su cotidianidad y cubren de velo la conciencia del paso al más allá. Hacia la eterna noche. El sincretismo nos salva de ese abismo: Jesús es resurrección, la vía dulce hacia el Mictlán. La redención.

Sin embargo, el periodo de violencia que vive México ha retraído el ánimo luminoso de la visión católica y nos ha regresado a esa zona oscura de nuestra conciencia: la muerte cotidiana, la muerte desollada y desmembrada, la muerte como un enigma que el horror y la cercanía potencian. Y del cual, ni la Iglesia ni los halloweens nos han podido alejar. Antes bien, ésta última, como expresión mercadológica y moderna de otra profunda tradición, ha cedido terreno en este día: cerradas las discotecas, inseguras nuestras calles de noche, permeados los barrios por el temor a las guerras entre bandas, las familias, en su mayoría, hicieron recogimiento y se entregaron a la única tradición a que pertenecemos y que nos dice lo que somos “fieles” y lo que –vamos ser en un lejanísimo mañana- “difuntos”.

Los panteones –espacios émulo de nuestras urbanísticas- volvieron a llenarse de cempaxúchiles, copal y cantos. Al menos en el de las Cruces -donde reposan mis padres- la música emergió de bandas, redobas, tríos y solistas; o grabadoras; inclusive, celulares. El festejo a los muertos nos otorga también la idea de que tal vez entre esta vida y aquélla, el único puente insalvable es la ausencia. La que padecemos de tantas cosas en México al que, sin embargo, no dejamos de ser fieles; mientras él no deja de hacernos difuntos…de miedo.

Visiones culturales
Ha pasado una semana y “Margarita” (heterónimo de Marquines, según una querida lectora local), no presentó pruebas de sus infamantes acusaciones. Con eso quiero cerrar este capítulo que Marquines abrió en el año 2000 cuando, desde El Sur, con un difamante artículo execró mi postura expuesta en el encuentro El sur existe a pesar de todo, de aquel año. Para no ahondar sólo deseo exponer que en Guerrero hay muchas visiones culturales, todas respetables; el error de Marquines y de todos los miembros de su grupo es que deseen imponer la suya a fuerza de golpes mediáticos y políticos contra los otros grupos o actuantes culturales y de tratar así de erigirse en “el” grupo representativo del arte y la cultura en Guerrero. No lo son. Y no lo son porque no han querido serlo, porque buscan su provecho personal por encima de todo el de un pueblo que necesita como ningún otro -debido a sus niveles de atraso- de sus mejores ciudadanos. Y porque, aparte, han sido egoístas, violentos y deshonestos. Y ciegos, creen –al menos Jeremías lo ha expresado así- que los guerrerenses somos “pendejos”. Con ello y al confundir nuestra tolerancia y natural hospitalidad reconocen que no nos conocen.

Aun con eso debemos agradecerle que con esa postura nos haya enseñado todo lo que nunca debemos permitirnos ser, ni hacer. Ni como artistas, ni como actuantes culturales, ni como seres humanos. Ello deja claro que el grupito de Jeremías no representa a nadie más en Guerrero que a ellos mismos y a Alejandra Frausto quien ya contrató también a Iris García para reforzar más al grupo de Jeremías en el IGC. También debemos agradecerle que con sus ataques y sus anónimos nos haya fortalecido; pues, a decir de un buen amigo que es embajador, nos pone en charola de plata la oportunidad de despejar cualquier duda sobre la limpieza y el honor de nuestros nombres... y de la falta de dignidad del suyo.

Miscelánea
Una disculpa a Isaías Alanís quien me aclaró que en la Semana de Juan Rulfo en Guerrero él no era parte del grupo organizador y por un descuido incluí su correo en la pasada invitación que envié desde este espacio. * El IGC trajo a histriones a cantar y bailar a Guerrero ¿qué sigue? * La Fiesta de la Nao además trajo chinos y acróbatas * ¿Para cuándo el fomento a la cultura en Guerrero? * Que periodistas locales acusarán al licenciado Armando Añorve de haber sido grosero con ellos sólo puede deberse a malentendidos: a que no los haya recibido el gobernador o a que él hubiera tenido un lapsuslinguae con ellos; de ésos que como costeños en ocasiones de stress o júbilo se nos dan. Pero nada más. Conozco al licenciado Armando desde el interinato, cuando yo dirigía una revista, y siempre recibí de él un trato digno y cortés. Durante la campaña, y hace unos meses que fui a Casa Guerrero, reafirmó ese profesionalismo. En Guerrero, también debemos entender que no es fácil seguirle el paso a alguien como Ángel Aguirre quien, fiel a sí mismo, desea cumplir su compromiso de sacar adelante a Guerrero en ésta su gestión. * El nuevo Tianguis Turístico de Guerrero va viento en popa; con una visión propia, amplia y profunda de lo que somos, según adelantos que nos ha dado Sergio Salmerón, su director.

Nos leemos en la crónica

Periódico Pueblo Guerrero, 07 de noviembre de 2011

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