viernes, 3 de diciembre de 2010

Cantares de la Costa Oaxaqueña en Polonia

(crónica del diario de Fernando Amaya)



En los primeros días de octubre de este año, Fernando Amaya y su hijo, también Fernando o Fer, estuvieron en Polonia para dar una serie de recitales de música de la Costa Chica. De esos días, Fernando Amaya escribió un diario en el que fue relatando los detalles más sobresalientes de cada día, que El Faro recupera y reproduce por lo valioso que significa que los creadores nuestros viajen y lleven con ellos parte de nuestra esencia cultural, en este caso, la música de la Costa de Guerrero y de Oaxaca.


5 de octubre. Arribo al Aeropuerto Chopin de Varsovia, después de hacer escala en París, viniendo de la Ciudad de México. En el lugar ya nos esperaba Joanna Dubraska, etnomusicóloga, que desarrolló un trabajo de investigación sobre los trovadores del sur de México. Nos hospeda amablemente en su casa, y empezamos a compensar la desfase que ocasiona el cambio de horario.

6 de octubre.

Nos presentamos a la Embajada de México, para cubrir el requisito de hacer oficial nuestra presencia y sus motivos en tierras polacas. La Primer Secretaria de la Embajada, Mónica Velarde, nos atribuye la calidad de representantes culturales de México, y se nos proporcionan medios económicos para costear gastos del recorrido por el interior de Polonia.

7 de octubre. Visitamos el Museo de la Resistencia, amablemente guiados por Asha. Por espacio de dos horas conocimos parte de la historia de Polonia que tiene que ver con la Segunda Guerra, la oposición al Nazismo y la recuperación del status de País del Estado polaco, una vez terminadas las hostilidades.

8 de octubre. A las 9 de la mañana, tomamos el tren a Obormiki, donde haremos nuestra primera participación. Viaja con nosotros Joanna y, sin incidentes, arribamos al lugar señalado, trasbordando en Wroclaw, a dónde regresaremos el siguiente día. Nos presentamos al lugar del evento, un confortable espacio que funciona como café cultural, y a las ocho de la noche, con una concurrencia notable (según nos dijeron, fue de las veces que se registró lleno) empezamos a desglosar nuestro repertorio que inició con Pinotepa de Álvaro Carrillo y terminó con La Revolcada de Félix Sumano. En el inter tocamos los temas de mi autoría arreglados por Hebert Rasgado y Héctor Díaz. El desempeño de Fernando (hijo) dejó una grata impresión.

9 de octubre. Temprano, nos levantamos para dirigirnos a la tienda de Agneta, un lugar muy especial donde se expenden productos sudamericanos. Bebimos café y pan y tratamos con ella el traslado de los instrumentos a Wroclaw. Cabe señalar que Agneta, coordinó de manera efectiva los dos recitales, y estuvo todo el tiempo al pendiente de nosotros.

Nos dirigimos con Joanna hacia Wroclaw, después del mediodía, hicimos un recorrido por el Centro Histórico de esa Ciudad tan antigua, que conserva sus edificios e iglesias, merced a que no fue destruida por los nazis, a diferencia de Varsovia, por ejemplo. Como a las siete de la noche volvimos a encontrar con Agneta, quién nos llevó al espacio del evento. Con la concurrencia ya reunida, empezamos a tocar el repertorio, con algunas variantes respecto al del día anterior, incluimos Tonada de mar y El pato cholenco, cuya cadencia graciosa causó un gusto especial en los presentes.

Esta vez hubo mexicanos como espectadores, platicamos con ellos y supimos que viven en esta ciudad, donde tiene sus intereses afectivos, la mayor parte del año, pero que frecuentemente viajan a nuestro país. El saldo fue halagador, autografiamos un buen número de discos. Regresamos a pasar la noche en Obormiki, para trasladarnos al otro día hacia Varsovia.

10 de octubre. De regreso a Varsovia, pasando por Poznan, sin novedades. Arribamos a la estación de Varsovia a las tres de la tarde. Comimos y empezamos a elaborar los puntos de esta reseña.

11 de octubre. En Varsovia, a punto de saborear un café de Pluma y un pan de Polonia. Más tarde llegó Asha, con ella, Joanna y la pequeña Emilka, nos trasladamos al Centro Histórico de Varsovia, para entrar un poco en convivencia con la historia. El recurso más común para transportarse es el tren, Varsovia es una Ciudad de trenes y Polonia como país lo es también.

Asha, muy amablemente, fue identificando para nosotros los lugares y los edificios del Centro Histórico, reconstruidos después de la Segunda Guerra, como la Plaza del Mercado, El Palacio Real y La Catedral de San Juan. El entorno es de una rica arquitectura medieval, donde las torres en forma de agujas, decoran el cielo de esta maravillosa Ciudad. Sin más demora, después de saborear un chocolate y una galleta con frutas, antojos polacos, nos fuimos a buscar las riberas del Vístula. El río discurre del sur al norte dividiendo en dos la ciudad, y se le ve cruzado por puentes formidables por dónde pasan los autos y trenes de la vida cotidiana de Varsovia.

El río Vístula, da la impresión de un origen remoto, con el que Gunter Grass, armó su fábula del Rodaballo, la sombra de esas historias aún lo recorre, así como los barcos que, por ahora, vimos solo arrejerados sobre los muelles de su ribera. Dejamos a los rusos en la ribera este, y a los alemanes en la oeste, mientras en el corazón de Varsovia se fragua El Levantamiento, la gesta que le permitió a este país, volver a erigirse como nación independiente.

12 de octubre. El Instituto de Musicología se encuentra ubicado en uno de los edificios del Centro Histórico de Varsovia que conforman una especie de Ciudad Universitaria. Nos dirigimos hacia allá en el automóvil de Joanna, después de pasar por Andrei, su esposo. La temperatura se mostro gentil con nosotros, y el viento aquietó sus caballos del aire. Pasamos cerca de una de las bancas que describen la Ruta de Chopin, y escuchamos el fragmento de una de sus polonesas.

Antes de pasar a la sala para la audición, estuvimos en la oficina de la responsable del área de etnomusicología, una señora de modales y rasgos finos, que nos instó a degustar un café, acompañado de su correspondiente galleta de chocolate. Comentamos con ella el cuadro que preside su espacio habitual de labor y que representa a un payador o músico popular de las montañas polacas. El verlo e identificarnos con él, fueron una sola cosa. Aparece con sus dos hijas mujeres y un hijo varón, el más pequeño, tocando un violín rústico, instrumento tradicional de aquellos lugares. Claro, pensé en Diana, Euri y en Fer que ahora me acompaña, tocando la guitarra melódica con énfasis costeño.

Si hubiera una palabra para describir lo que pasó en la sala donde nos desempeñamos tocando el repertorio escogido para tal ocasión, esta sería: emoción. Emoción que se comparte y va del que trova al que escucha, y viceversa. La mejor estrategia para sortear las barreras del idioma es la música, incluso articulada por palabras, definida como canto. Y nosotros simplemente trovamos y cantamos con el gusto del que lo hace por eso, por gusto.

Recreamos nuestros temas, los arreglos de Hebert Rasgado y Héctor Díaz, y las canciones canónicas del repertorio oaxaqueño, mérito de Demetrio López, Álvaro Carrillo, Chú Rasgado y Félix Sumano. La complacencia del final, la afabilidad de un público que está vez también incluyó a mexicanos, aportaron la lectura de una jornada emotiva y satisfactoria. Nadie habló de descubrimientos, ni de encuentros forzosos, no fue necesario, la música cumplió su función de factor de identidad e identificación.

13 de octubre.

Se llama, pongamos que Adalberto, él y su esposa Ewa fueron nuestros anfitriones este día. Hubo buena mesa para nosotros, aperitivos, comida, postres. Posteriormente, tocamos para ellos y para los padres de Asha que, gentiles, nos acompañaron a este lugar fuera de la Ciudad, en dirección al pueblo natal de Chopin. Una casa en el bosque es la de nuestro ahora gran amigo Adalberto, endocrinólogo de profesión y músico por afición. Nos mostró, entre otras cosas, su Kingdom, el lugar donde se explaya, tocando con sus amigos. Palmas, exclamaciones de júbilo, y hasta un pandero, secundaron nuestros cantares. Terminamos cantando, ellos en polaco y nosotros en español, el Cielito lindo. Nos despedimos con el compromiso de volver antes de partir de regreso a México.

14 de octubre. La Ciudad se levanta contra el tiempo como un desafío de la memoria. Sus murallas, sus castillos, catedrales y torres, informan sobre sucesos remotos, disputas, acuerdos, amores y quebrantos. Llegamos a Cracovia con tiempo apenas suficiente, para hacer un reconocimiento de los monumentos más importantes, ubicados en su Stare Miasto, y que son, por mérito propio, parte del patrimonio cultural e histórico de la Humanidad. Después del recorrido, nos dirigimos al Museo de Etnohistoria, ubicado cerca de ahí, para afinar detalles de nuestra participación.

Dorota nos coordinó con especial atención y, al filo de las seis de la tarde iniciamos la presentación de nuestros Cantares en el pasaje principal de este espacio de conocimiento y difusión cultural. Otra vez la emoción y los sentimientos nos ligaron a la audiencia, y terminamos nuestra actuación con un buen sabor de boca, reconociendo a varios mexicanos entre los concurrentes. Salimos de ahí con tres nuevos afectos en el mapa de la cordialidad: Kaja, Karina y Darius, con ellos y Joanna concretamos la velada del festejo.

15 de octubre. Es la frontera con Ucrania, es Przemysl, una pequeña ciudad con sus propios encantos, con sus singularidades. Tengo la impresión que los amigos potenciales se encuentran disgregados por el mundo, mirando la luna a la misma hora y tejiendo sueños con el mismo material, o sea con la esperanza: así los esperamos, o ellos nos esperan; en este caso, Hanna, Magda, Frederick, Pavel, y Tomek, nos estaban esperando; nos prodigaron su amistad, sin reservas. Son ellos los personajes de una historia, en la que habrá un castillo, un jardín botánico y una noche de bohemia en el lugar donde, antiguamente, se rompieron y firmaron pactos que involucraban posesiones, heredades y sucesiones. Esta presentación, se la ofrecimos a ellos, nosotros, humildes payadores de una Región física, pero también anímica: La Costa Oaxaqueña.

16 de octubre. De Przemysl a Varsovia son seis horas, salimos a la una y media de la tarde y arribamos a las siete y media a la Estación Central de nuestro destino. De nuevo en nuestro centro de operaciones, con Asia, Andrej y la pequeña Emilka. Comentando los pormenores del viaje, ya que de Cracrovia a Przemysl y de ahí a Varsovia, viajamos solos Fercho y yo, sin otro recurso más que un boleto, una dirección y un celular descargado. La fortuna es benévola, ya estamos buscando interlocutores transatlánticos por los recovecos del ciberespacio.

17 de octubre. Domingo en Varsovia, haciendo planes para ocupar la tarde en algo provechoso. Más tarde fuimos a la casa de Asha, a practicar algunas canciones con ella y Joanna, Sabor a mi, La Llorona, entre otras. Convivimos con su familia y al final nos obsequiaron con rodajas de manzana deshidratada, que se ha vuelto uno de nuestros antojos preferidos. Cabe señalar que en este país la fruta más barata es la manzana, porque se cultiva en grandes cantidades. Las personas que viven en las ciudades, tienen en las afueras de éstas, una especie como de pequeñas huertas donde cultivan legumbres y frutas. Nos llamó mucho la atención esas pequeñas casas dónde guardan sus herramientas de cultivo e, incluso como nos contó Asha, pernoctan en la primavera y el verano.

18 de octubre. Un lunes como los lunes de cualquier lugar. Sin embargo, dedicamos un buen tiempo con Fer, a revisas repertorio y afinar la ejecución de algunas canciones, donde se hizo necesario. Preparamos lo indispensable para movernos el siguiente día a Lublin.

19 de octubre. Nos recibe el otoño húmedo de Lublin y Agnieska, quién nos habrá de coordinar en el espacio cultural del centro de estudios universitarios de ésta ciudad. Chatka Zaka, quiere decir casa de estudiantes, hay ahí un espacio que conforma el Centro de formación y difusión cultural, donde se practican disciplinas que recuperan parte de la tradición cultural polaca. En una de las salas de este centro de estudios hicimos, satisfactoriamente, la presentación de nuestra propuesta "Cantares de la Costa Oaxaqueña", con un público, en su mayoría maestros y alumnos, que recibió de buen agrado nuestra participación.

20 de octubre. Otra vez de regreso a Varsovia, para re direccionar nuestras actividades. Pasamos a la Embajada a recoger carteles y volantes, que llevaremos mañana al Museo Etnográfico, con el objeto de promover nuestra participación ahí el lunes 25.

21 de octubre. Varsovia. Sopla viento fuerte afuera, hay cielo nublado y llovizna. El fresco sigue desprendiendo hojas de los árboles que tengo a la vista y, a lo lejos, las golondrinas pican y se alzan tejiendo por el cielo su red de vuelos y añoranzas. Hoy permanecemos guarecidos en la casa que amablemente nos alberga, mañana la emprendemos rumbo a Torun, ciudad ubicada en el área norte de Polonia. Un día más, un día menos.

22 de octubre. Torun nos franqueó todas las puertas y nosotros le abrimos el corazón con nuestros cantares. Tenemos algo en común, aquí Copérnico elaboró su Teoría Heliocéntrica para la mejor comprensión del mundo, y la humanidad renació a partir de esa certeza; allá, los Mayas observaron el Universo y, con ellos las Culturas Mesoamericanas, vivieron siempre en la certeza de que el sol rige la vida de nuestro sistema planetario. Buena acústica en la sala del concierto y un público fraterno y sensible, enmarcó nuestra participación. La música de la Costa Oaxaqueña se dejó oír y, al final, el halago de los reconocimientos mutuos y los pulsos de vida compartidos.

23 de octubre. Recorrido por el Centro Histórico de Torun, ciudad con la impronta de su pasado gótico, abastecimiento de piermiki, galletas que no se pueden obviar, visita al planetario, al Vistula en una de sus riberas. Al final, visita a la casa que vio nacer a Copérnico, para decirle adiós a esta ciudad inolvidable.

24 de octubre. Otro domingo en Varsovia. Habremos de hacer un recorrido por las canciones que presentaremos mañana en El Museo Etnográfico de esta ciudad, en nuestra última participación.

25 de octubre. Un gran día. En el café del Museo Etnográfico de Varsovia, se dieron cita un número considerable de personas que tienen, de alguna manera relación con México: polacos que han hecho residencia temporal allá, mexicanos establecidos en Varsovia. Con la participación del Dr. Raphael Steger, Embajador de México en Polonia, quien amablemente nos presentó a la concurrencia, dimos principio al recital bajo la denominación de "Cantares de la Costa Oaxaqueña", Interpretamos Pinotepa, Sabor a mí y El andariego de Don Álvaro Carrillo; después, las siguientes canciones de nuestra autoría: Noche golondrina, Nuestro amor, El son del pato cholenco y Petenera del adiós. Esta vez del repertorio de la música istmeña, incluimos Naila de Chú Rasgado, El Feo de Demetrio López y Berelele de Gabriel López Chiñas. La emoción fue in crescendo y se mantuvo durante todo el concierto.

Cerramos la jornada con la intervención de Asha y Joanna que cantaron con nosotros el son tradicional de La Llorona y la canción instrumental de Fer Escobar "Del mar al sol", en su parte vocal. Fue necesario manifestar, finalmente y de manera pública, nuestra gratitud para Joanna Dubraska y su familia, quienes cobijaron este proyecto como propio y buscaron espacios de difusión y recursos para su concreción. Como epílogo, convivimos con los mexicanos ahí presentes, y los polacos que se mantuvieron hasta las despedidas finales, y nos retiramos del Museo Etnográfico, con la certeza de haber cumplido nuestro propósito de traer a estas lejanas tierras un pedazo de Costa Oaxaqueña, hasta con sus retumbos de mar, sus estrellas y sus palmares.

26 de octubre. Estuvimos en el restaurante de comida mexicana "El Popo", a invitación de Jesús Estrada y los integrantes del mariachi "Los amigos". Comimos buen pozole y escuchamos música tradicional mexicana. Otro día across de universe.

27 de octubre. Visita al Museo Chopin. Moderno y tecnificado este espacio dedicado a uno de los músicos más grandes que ha dado la humanidad: Chopin, que abrevo en la gentil fontana de la música popular polaca y defendió esta identidad con pundonorosa convicción. Chopin, el hombre, inmenso, tan inmenso que sus lauros flotan en la historia como palomas de fe y entereza.

28 de octubre.

Visita a la vieja Varsovia, para recuperar recuerdos que habremos de entregar a los que esperan. Sólo le restan tres días a nuestra estadía en estas tierras del viejo continente, o nuevo, según se le perciba.



Por FERNANDO Amaya
Polonia

Suplemento Vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 27 de noviembre de 2010

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