lunes, 20 de diciembre de 2010

Las posadas: Fusión de tradiciones prehispánicas y cristianas



A diferencia de lo que se cree, las posadas también tienen un origen prehispánico. Antes de que los españoles llegaran a México, los aztecas creían que durante el solsticio de invierno el dios Quetzalcóatl bajaba a visitarlos.

Cuarenta días antes de la fiesta, los mercaderes compraban a un esclavo en buenas condiciones y lo vestían con los ropajes del mismo dios Quetzalcóatl. Antes de vestirlo, lo purificaban lavándolo.

Salían con él a la ciudad y él iba cantando y bailando para ser reconocido como un dios. Las mujeres y los niños le ofrecían ofrendas. En la noche lo enjaulaban y lo alimentaban muy bien.

Nueve días antes de la fiesta venían ante él dos "ancianos muy venerables del templo" y se humillaban ante él.

Durante la ceremonia le decían: "Señor, sabrás que de aquí a nueve días se te acabará este trabajo de bailar y cantar, porque entonces has de morir". Él debía responder: "Que sea muy en hora buena".

Llegado el día de la fiesta, a medianoche, después de honrarlo con música e incienso, lo tomaban los sacrificadores y le sacaban el corazón para ofrecérselo a la luna.
Ese día en los templos se hacían grandes ceremonias dirigidas por los sacerdotes, que incluían ritos y bailables sagrados, representando la llegada de Quetzalcóatl, así como ofrendas y sacrificios humanos en honor a él.

Durante la Colonia

Los frailes franciscanos, dominicos y finalmente los agustinos fueron quienes en un principio se dedicaron a observar y analizar las costumbres que los aztecas tenían para rendir culto a sus deidades, entre ellas Huitzilopochtli.

El calendario mesoamericano comprendía 18 meses. El décimoquinto mes era muy importante: se llamaba panquetzaliztli, empezaba el 9 de noviembre y terminaba el 28 del mismo.

Precisamente el último día era el más trascendental, pues se recordaba el natalicio de Huitzilopochtli, pero las preparaciones para el gran festejo iniciaban desde los primeros días: incluían capturar a los prisioneros y escoger a quienes se iba a sacrificar.

Cuando los agustinos observaron esa realidad, comienzan a relacionar a Huitzilopochtli, llamado el Sol de Mediodía, con Jesús de Nazaret, que iconográficamente también representa al sol, porque Dios es el sol o la luz del mundo.
Fue entonces cuando decidieron que ambas celebraciones y festejos debían coincidir. Para ello comenzaron a contar la historia del nacimiento de Jesús, misma que fue aceptada entre los aztecas.

Pero se dieron cuenta de que en México la festividad no podía ser solamente de un día o dos, el 24 y 25 de diciembre, y decidieron tomar nueve días, los mismos que duraban los festejos en honor a Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, y a su vez los relacionan con los nueve meses de embarazo de la Virgen María.

Inicialmente no se llamaban posadas sino “jornadas”, en alusión a viaje que realizaron José y María para que naciera su hijo.

En la actualidad

Hasta mediados del siglo XX, las posadas en Tlapehuala eran diferentes a las de ahora. En aquellos tiempos las posadas se festejaban con música de cuerda, con guitarras, y se festejaban desde el 15 hasta el 24 de diciembre, dijo Gregorio Francisco Espiridión Espinoza, sacristán de la parroquia Asunción de María.

Explicó que se iba de casa en casa hasta llegar a la capilla, y una vez ahí se hacían las pastorelas.

“Venían de Tiringeo, de Morelita y de otras comunidades a cantar aquí. Se hacían buñuelos y una comida que se llamaba manácata, que se hace con calabaza y miel de piloncillo, a la que le agregaban anís y canela.”

Todavía se hace en algunas partes, pero ya no igual, ya se va perdiendo esa tradición, manifestó.

Por otro lado, Andrés Jaimes Sánchez, cronista de este municipio, mencionó que hasta los años 70 del siglo pasado, las posadas todavía se celebraban como tradición porque los estudiantes eran muy apegados a su pueblo y a sus tradiciones; “ahora todavía lo son, pero ya vienen con otras ideas y lógicamente ya nos ha envuelto la globalización a todos”.

Dijo: “Era todo una tradición; los padres con los hijos hacían el pequeño nacimiento con figuras de barro; posteriormente fueron llegando los de plástico y los foquitos”.

“Se juntaban los niños con los tradicionales cánticos, se quebraban piñatas, se ponía el nacimiento, pero ya todo va quedando atrás”, manifestó.

Enunció que “los muchachos en un tiempo empezaron a irse a estudiar a México; todavía recuerdo las primeras generaciones: cuando ellos venían se organizaban los jóvenes y hacían bailes cada día, sobre todo los estudiantes”.

Expresó que eran unos bailes muy sanos, que era otro tipo de música la que se escuchaba, y añadió que no había los vicios que hay ahora y todo salía en paz.

“A partir del día 15 empezaban los bailes; casi eran diario; ahora, a partir de que empezaron los salones de baile, se perdió la unidad que había en el pueblo”, dijo.

Añadió que “anteriormente no había tantos estratos sociales, toda la gente se juntaba en el zócalo, hacía sus bailes y eran, por decirlo de alguna manera, democráticos; pero ya con los salones de baile se empezaron a dividir ciertos sectores.”

“Hay algunas comunidades que todavía festejan, como Nuevo Guerrero, San Antonio y la mayoría de las comunidades. Pero aquí ya no quieren salir de pastores; se perdió esa tradición.”

“Eran pastorcitos que venían a cantar de algunas comunidades, inclusive de algunos barrios de Tlapehuala; después les fue dando pena, ya nada más venían de las comunidades, y ahora les da pena a todos”, añadió.

“Ya algunos cantos van desapareciendo, ya no se usan, solamente el de las posadas, pero inclusive ya no se entonan igual que antes, porque antes también participaban jóvenes, adolscentes y grandes; ahora a un adolescente ya no le gusta eso”, enunció.
Manifestó que con la industrialización vino el plástico y fueron quedando en el olvido las ollas de barro para las piñatas. Inclusive todos los adornos navideños ya vienen de plástico.

Finalmente el cronista expresó: “Ahora siguen siendo tradiciones, nada más que ya diferentes; a veces queremos que sigan igual, pero no se puede vivir en el pasado”.

Por DANIEL Guatemala Pineda
Tlapehuala, Gro.

Suplemnte Vida y Sociedad, en El Faro de la Costa Chica, 17 de diciembre de 2010

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